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Aunque el evento afectó a la comunidad europea directamente, para Latinoamérica es pertinente estudiar las consecuencias del tratado de Maastricht. Sanahuja (1992) en el mes de mayo publicó en "Cuadernos de ciencias sociales" una revisión general dedicando un capítulo entero al plan de 3 fases que llevaría a Europa a la unificación económica, que culminaba en 1997 y si no se establecía otra fecha empezaría a regir en 1999 como ocurrió. 

Para el autor es beneficioso que no se establece una política de decisión económica comunitaria, sino que los países continúen ejerciendo su soberanía. Desde el punto de vista de los autores, esto ratifica que sea un tratado de relaciones internacionales efectivo, ya que un país no puede perder poder ante instituciones que ellos mismos crearon, el éxito de la integración europea en tan corto plazo fue que cada país seguía sus lineamientos adaptándolos al contexto económico local.

Las acciones y los bonos en Europa aumentaron de precio rápidamente con la forma del tratado, ya que los compradores habituales vieron una oportunidad de inversión por la nueva integración (The Sun, 1992), lo que aumentó la demanda, haciendo esos activos financieros más escasos. Esta subida de precios fue aprovechada por el presidente de Francia y un parlamentario para un debate televisivo:

 “Francois Mitterrand of France and an opposition member of Parliament who opposes the treaty staged a televised debate. Polls have indicated that the vote will be close, but if the measure passes, it seems likely that ECU bond prices will rally sharply.” (The Sun, 1992).

Este punto hizo flaquear la credibilidad del tratado, ya que esa demanda subió los precios rápidamente en el mercado europeo, evento desaprobado por la ciudadanía y aprovechado por políticos para defender sus partidos e intereses, dependiendo de su posición hacia el tratado. Publicaciones académicas tuvieron cientos de artículos del tema.